lunes, 4 de febrero de 2013

Política ficción


Hay muchas cosas que se pueden hacer en política que no necesitan cambiar leyes, incluso cuando así parece que debe ser sobre el papel.

1. Tras la independencia de Suecia, los noruegos buscaron un rey. El candidato, conocido como Carlos de Dinamarca, no aceptó el ofrecimiento hasta que no fuera aceptado en referéndum. En España, al aceptarse la Constitución se acepta la Monarquía como forma de gobierno, pero dado el carácter hereditario de esta institución y la manera en que se hizo la Transición, con el aliento del Franquismo y de los militares sintiéndose en la nuca, sería todo un detalle que el príncipe Felipe pidiera lo mismo para aceptar la sucesión. Si sale que sí (lo más probable), problema queda resuelto hasta la siguiente sucesión. Si sale que no será más fácil cambiar la Constitución en lo tocante a la forma de gobierno.

2. Según la Constitución española, el Presidente del Gobierno puede adelantar las elecciones. Lo que en teoría permite flexibilidad al gobierno para acometer situaciones extraordinarias, en la práctica hace que se pierda mucho esfuerzo y tiempo en buscar el mejor momento de convocar elecciones por parte del gobierno o en pedir adelantos por parte de la oposición (aquí hablé ya de esto). La mayoría de los gobiernos autonómicos y la totalidad de los ayuntamientos carecen de esta posibilidad y no muestran especial inestabilidad. Las circunstancias hacen más fáciles los acuerdos. Los países donde no se pueden adelantar las elecciones tampoco parecen estar peor por esta razón. De nuevo, no hace falta cambiar la Constitución. Un pacto entre los partidos puede muy bien establecer esta costumbre.

3. La limitación de los mandatos del Presidente del Gobierno parece haber estado bien vista por la ciudadanía en los tiempos recientes. Aznar se comprometió a un máximo de dos mandatos como parte de su estrategia electoral. Zapatero también vio bien no presentarse a un tercer mandato. Muchos países tienen esta limitación como ley. Parece ser que la limitación de mandatos tiene como bueno el evitar el anquilosamiento de un grupo en el poder, al favorecer muchas renovaciones de altos cargos con el cambio de presidente, aunque sea del mismo partido. La experiencia de los últimos gobiernos de Felipe González y los finales de los gobiernos de Aznar y Zapatero parecen indicar que sería algo bien visto. De nuevo la costumbre puede muy bien resolver el problema sin tener que acudir a un cambio en la Constitución.

4. Los referéndums deben estar autorizados por el Gobierno Central para ser legales. La única razón por la que un referéndum por la independencia en Catalunya sería ilegal es que no tuviera esta autorización. El problema se resolvería si el Gobierno lo autorizara, así que tampoco hay que cambiar ninguna Constitución. Un acuerdo como en el Reino Unido para la consulta en Escocia es perfectamente posible en España. Si gana el no a la independencia no hará falta cambiar nada, si sale el sí será entonces cuando haya que ver qué se hace y, en ese caso, será más fácil hacer algo que no hacerlo ahora. (Aquí hablé de autodeterminación.)

5. Uno de los problemas de una hipotética petición de independencia por parte de Catalunya o el País Vasco es la falta de colaboración que se encontraría en el resto de España. En contra de lo que pasa en el Reino Unido, donde los ingleses pondrían pocas trabas a una independencia deseada por los escoceses, en España la cosa sería tomada de manera más visceral. No estaría mal que en ese hipotético caso, catalanes o vascos hicieran un gesto que permitiera a los españoles digerir la independencia. Al igual que Canadá mantiene como jefe de estado a Isabel II del Reino Unido, una Catalunya independiente podría mantener al rey de España como Jefe de Estado, por lo menos durante un tiempo. Sería un gesto simbólico, como el de los republicanos que aceptarían a Juan Carlos como presidente de la república, pero que podría ayudar a culminar el hipotético proceso de manera pacífica y amigable.

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Hace tres años en el blog: Las cuatro lenguas de España.
Y también: La ballena, esa vaca.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Ya he dicho que era política-ficción. Tal vez debería haberlo etiquetado como "humor".

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  2. Interesantes ideas que dado el caso podrían no alejarse mucho de la realidad.

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    1. Bienvenido al blog, Carlos. Me alegro que encuentres por aquí algo de interés.

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