viernes, 27 de septiembre de 2013

Qué no dice el teorema de Coase (2)


Hemos visto qué dice el teorema de Coase y algunas de las cosas que no dice. Repasemos:

1. Dice: En ausencia de costes de negociación, las partes implicadas pueden solucionar eficientemente un problema de externalidades.

2. No dice: Cualquier problema de externalidades puede solucionarse mediante una negociación privada de las partes.

Sobre lo segundo vimos varios ejemplos, de los que unos tenían que ver con el número de individuos implicados y otros con el desconocimiento de los costes o preferencias de los demás. Hoy voy a introducir otra fuente de ineficiencia en la negociación privada. Para ello necesito recordar el problema sencillo que teníamos en la primera entrada, con un médico cuya clientela se veía reducida por la presencia en el edificio de una panadería.

Con los números que teníamos en el ejemplo lo eficiente era que el médico se fuera tanto si se le daba a uno u otro el derecho a quedarse. Si lo tenía el panadero, el médico prefería irse a otro sitio antes que pagar al panadero para que se fuera él. Si el médico tenía derecho a echar al panadero, este ganaba más pagando al médico para que se fuera y no le denunciara, de manera que ambos salían ganando. Consideremos este último caso: el panadero le paga al médico para que se vaya y el médico se va, pero al día siguiente aparece otro médico en el edificio con pretensiones de que el panadero le pague por irse. La cosa empieza a ponerse seria para el panadero: cada vez que se va un médico, aparece otro, atraído por la protección legal de quedarse y por los pagos del panadero. Si el panadero anticipa que sus pagos a nuevos médicos nunca tendrá fin, optará por irse y tendremos una situación ineficiente.

Y aquí hemos dado con otra circunstancia en que no se aplica el teorema de Coase. En un mundo estático no hay consideraciones para estas entradas oportunistas en el juego, y este mundo era el lugar de aplicación del teorema. En cuanto introducimos esta componente dinámica introducimos también incentivos perversos para acciones de búsqueda de rentas ineficientes.

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Hace tres años en el blog: Al monte se va con botas. Cómo no enseñar Filosofía.
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martes, 24 de septiembre de 2013

Qué no dice el teorema de Coase


En una entrada anterior mostraba qué dice el teorema de Coase. Debe leerse para entender esta otra sobre lo que no dice. Es importante porque a menudo se exagera el alcance de este teorema. Recordémoslo brevemente: en ausencia de costes de negociación y con derechos de propiedad perfectamente definidos es posible resolver los problemas de externalidades dejando libertad de acción a los individuos.

El ejemplo más sencillo ocurre entre dos personas, como el panadero que causaba un perjuicio al médico con su actividad y que expuse en la entrada anterior. Otros ejemplos involucran a más personas. Imaginemos un lago en el que miles de personas pescan. Fácilmente caerán en el problema conocido como la tragedia de los comunes y esquilmarán sus recursos. Hay maneras de evitar eso. Por ejemplo, si una empresa tiene asignada la propiedad de los recursos del lago tendrá en su interés evitar que se agoten sus recursos. Esto es así porque la empresa estará interesada en maximizar el valor actual descontado del flujo de beneficios obtenido con el lago y a no ser que se crea que no va a haber un mañana, esto implica tener un stock de peces que permita el máximo de capturas sostenible.

Si son varias las empresas tendrán en su interés ponerse de acuerdo negociando también para evitar el agotamiento de la pesca. Una negociación entre unas pocas empresas será más fácil que una entre miles de individuos, donde los costes de negociación pueden hacer inviable la aplicación del teorema de Coase.

Antes de despotricar contra la solución empresarial, piénsese que la empresa puede ser una cooperativa de pescadores o varias empresas públicas repartidas entre los municipios que colindan con el lago.

Muchos individuos implican un gran coste de negociación. Hay siete mil millones de seres humanos contaminando y explotando los recursos del planeta. ¿Podrán negociar entre ellos para hacerlo de manera eficiente y sostenible? Imposible.

No hace falta llegar tan lejos. El coste también se hace alto cuando se trata de negociar si se permite fumar o no cada vez que se reúne un grupo de gente en un local. ¿Vamos a estar una hora negociando en el cine para estar hora y media viendo una película? No; es más fácil tomar una decisión que, entre las sencillas de implementar, sea la más eficiente, y esta es la de no permitir fumar como posición por defecto. Lo mismo ha ocurrido en los bares y restaurantes. Cuando sea fácil no debería haber inconveniente en que se abran algunos donde sea posible fumar y esté claro que la permisión es mejor alternativa que la no permisión (como se está haciendo ahora al hacer clubs privados).

Además del número de individuos involucrados añade al coste de negociación el no saber exactamente las preferencias de los demás individuos y los costes reales de las acciones de cada uno. Las negociaciones en ausencia de este conocimiento no tienen por qué ser eficientes. De hecho, la investigación económica dice que, en general, no lo serán. Los acuerdos pueden llegar, pero con un retraso que implica un coste.

Todas las dificultades anteriores hacen que muy a menudo la negociación privada no sea suficiente para resolver el problema de las externalidades por mucho que se invoque el teorema de Coase. Hay quien dice, por todo argumento, que la existencia de una ineficiencia implica un beneficio potencial si se subsana y, por tanto, un incentivo para que la ingeniería económica de los individuos la solucionen sin intervención estatal. El problema es no querer entender que esto último no se sigue: a menudo esa ingeniería económica es justamente una decisión política vía Estado.

(Continúa aquí)

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Hace tres años en el blog: Punto fijo (2).
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sábado, 21 de septiembre de 2013

Escépticos en el pub. Pseudociencia en Psicología


Llega el otoño y con él se abre la temporada de los escépticos en el pub de Madrid. La primera charla será en domingo, en lugar de los habituales sábados. Concretamente será este domingo 22 de septiembre en el lugar de costumbre, el Irish Corner (Arturo Soria, 6) y a la hora también habitual de las 19:30. El ponente es Eparquio Delgado y el título: "La casa por el tejado: pseudociencia en la Psicología". Él mismo lo explica así:
La psicología académica y aplicada ha hecho un gran esfuerzo en las últimas décadas para convertirse en una disciplina científica. Sin embargo, algunos profesionales siguen sin darse por enterados y utilizan en su ejercicio profesional técnicas, intervenciones o síndromes que no cuentan con evidencias y cuyo uso sólo se puede entender por ignorancia del método científico, por una preferencia por planteamientos esotéricas o por razones ideológicas. El objetivo de la conferencia es dar a conocer algunos ejemplos de pseudociencia en la psicología con el fin de que concienciar a los participantes de lo importante que es mantener una actitud crítica cuando se requieren los servicios de un profesional de la salud mental.
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Hace tres años en el blog: Pregunta para físicos.
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viernes, 20 de septiembre de 2013

Símbolos y victimismos


De un comentario que hace algunos años hice en Geografía Subjetiva y que, quién sabe por qué, me ha venido a la cabeza estos días. Es una visión desde dentro de lo vasco. Se me echará en cara que falta la contrapartida sobre la actitud desde fuera hacia lo vasco (o catalán o gallego). Cierto, pero es que eso también lo he hecho alguna vez. Por ejemplo aquí, aquí y aquí. No se puede hablar de todo a la vez:

Son muchas cosas (no sólo símbolos) de las que acaba adueñándose algún sector de la sociedad. En el País Vasco, casi todo lo que concierne a la cultura vasca parece estar en manos nacionalistas y, como mucho, de Ezker Batua (pienso en todo lo que gira en torno al euskera, además de banderas, himnos, días de la patria vasca,…). Algunas de ellas, además, están en manos casi exclusivas del entorno más radical (bertsolarismo, por ejemplo). Tal vez solo en los deportes populares vascos (pelota, traineras,…) haya más pluralidad. Decía Savater que una de las tareas de los no nacionalistas era entrar en esos terrenos.

La palabra gudari se la han apropiado los etarras, después de que fuera del PNV durante la Guerra Civil. La expresión Euskal Herria (pueblo vasco), tan cara y bella a los oídos euskaldunes, tan popular y tan poco asociada históricamente a ninguna ideología está también siendo secuestrada por los radicales. Estaría bien recuperarla para todos.

Siendo vasco y con tantas cosas de las que poderse uno vanagloriar (si es que quiere), nunca he entendido a quienes demasiado a menudo quieren aparecer como víctimas en lugar de emplear ese tiempo y esfuerzo en mostrarse como pueblo que crea, aporta y comparte entre los demás pueblos. Prefiero ser parte de un pueblo que produce, es generoso y mira adelante en lugar de un pueblo que se siente víctima de la historia y que vive como si las personas del presente fueran culpables de la historia pasada.

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Hace tres años en el blog: Punto fijo (1).
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martes, 17 de septiembre de 2013

Qué dice el teorema de Coase


Fallecido a los 102 años hace apenas unos días, Ronald Coase es conocido, entre otras aportaciones, por el llamado Teorema de Coase. Lo ilustraré con un ejemplo.

En un edificio tienen sus establecimientos un panadero y un médico. Los olores y ruidos de la panadería perjudican al médico, que ve disminuida su clientela. Pongamos unos números:
  • Si no estuviera el panadero, el médico ganaría 100.
  • Con el panadero, el médico gana únicamente 50 si se queda en el edificio, pero podría ganar 80 si se va a otro lugar.
  • El panadero gana también 100, pero pasaría a ganar 60 en su mejor localización fuera del edificio.
¿Qué hacer? ¿Permitir al panadero hacer su actividad o prohibirla?

Si se permite al panadero quedarse, el médico podrá irse o podrá intentar negociar con el panadero. Pero lo más que estará dispuesto ofrecer es 100-80=20 para que el panadero acepte irse (si ha de pagar más, mejor se va él). Mientras que el panadero necesita que le compensen por lo menos con 100-60=40, así que no le llega para convencerlo y el médico se irá. El panadero gana 100 y el médico 80.

Si se permite al panadero quedarse únicamente si el médico no lo denuncia, el panadero podrá pagarle, por ejemplo, 30 para que no le denuncie y se vaya. Ahora el panadero ganará 100-30=70 y el médico, 80+30=110.

Si se prohibe al panadero quedarse ocurrirá que el panadero ganará 60 y el médico, 100. Obsérvese que en este caso el beneficio total es 160 mientras que en los casos anteriores es 180 (en el primer caso, 100+80 y en el segundo, 70+110). La prohibición es peor que las alternativas anteriores.

No importa a quien se le otorgue el derecho a hacer su actividad, el resultado será el mismo: el panadero se queda y el médico se va. La única diferencia es de qué manera se reparten los beneficios, que ve aumentados aquel que tiene el derecho.

El teorema de Coase dice eso, y lo dice con más generalidad: Siempre que estén bien definidos los derechos de propiedad y siempre que los costes de negociar sean despreciables, la negociación privada llegará a acuerdos eficientes. La distribución de rentas sí dependerá de quién tiene los derechos.

Coase resaltaba la importancia de este teorema al describir en su día cómo en este tipo de litigios algunos jueces dictaban sentencia en un sentido o en otro aduciendo criterios de eficiencia social, cuando según su teorema la eficiencia no se veía alterada. En términos económicos, gracias a este teorema sabemos que la imposición de una norma o la aplicación de impuestos pigouvianos no son la única manera de resolver el problema de las externalidades, como se pensaba en su momento.

Esto es lo que dice el teorema de Coase. En unas siguientes entradas (aquí y aquí) veremos qué no dice y cómo se abusa de él. El truco está en eso de los costes despreciables, pero no solo en eso.

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Hace tres años en el blog: De lo descriptivo, lo normativo y otros -ivos
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viernes, 13 de septiembre de 2013

Qué bueno es tener fórmulas para las pensiones


Hace tres meses, después de que el comité de expertos diera con su fórmula actuarial para el sostenimiento de las pensiones públicas, escribí una entrada en la que defendía la bondad de que en el cálculo de las pensiones se diferenciara, por una parte, la decisión sobre cuánto esfuerzo dedicar a las pensiones y, por otra, la decisión de cómo hacer sostenible ese esfuerzo.

Son dos decisiones distintas. La primera es política y la segunda es, sobre todo, técnica y es la que resolvía la famosa fórmula. La mayor de las bondades de esta separación es que obliga al político a dejar claro cuál es su postura en la primera decisión, sin poder esconderse detrás de tecnicismos. Esto es lo que decíamos algunos a pesar de la incomprensión de quienes están prestos a ver intereses políticos (neoliberales, por supuesto) hasta en la fórmula del interés compuesto.

Pues he aquí que eso es lo que ya está ocurriendo. Hace unos días el gobierno anunció (y hoy ha aprobado) cómo será el esfuerzo que proponen. Las pensiones subirán por lo menos un 0,25% y como mucho la subida de la inflación más el 0,25%. No sé cómo queda la subida mínima en las simulaciones, pero mi impresión es que solo con la fórmula no habría sido nada fácil que se bajara del mínimo (recuérdese que se emplean los datos de los últimos años y por tanto cualquier bajada queda muy suavizada), así que el mínimo es realmente mínimo y no vale para nada. Años acumulados de poco crecimiento, pero con una pequeña inflación difícilmente requerirán de subidas menores usando la fórmula. En cambio, tras varios años de bonanza la fórmula permite subidas más sustanciosas que esa subida real del 0,25% por encima de la inflación.

¡Qué buenas las fórmulas que permiten las cuentas claras!
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Hace tres años en el blog: France Télécom, ¿tenemos un problema?
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domingo, 8 de septiembre de 2013

Modelizando la diversidad en Macroeconomía (2)


Esta es la traducción de la primera parte de mi artículo de agosto en Mapping Ignorance (la traducción de la primera parte está aquí):

Una fuente obvia de heterogeneidad entre consumidores es la renta. La desigualdad está ausente en los modelos con agente representativo (AR), lo que implica que cualquier efecto redistributivo de una política económica pasará desapercibido.

Los modelos macroeconómicos sirven para entender la interacción entre diferentes variables macroeconómicas y, así, orientar la política económica. Cuando un modelo capta estas interacciones y se calibra para reflejar las idiosincrasias de una economía en particular también puede servir para hacer predicciones cuantitativas. A este respecto había un problema particular de los modelos de AR. Cuando se calibraban con los parámetros observados de aversión al riesgo y de factor de descuento daban tasas de interés demasiado altas comparadas con las reales. Esto se conoce como el “puzzle de la tasa sin riesgo”. Los modelos con agentes heterogéneos (AH), sin embargo, pueden tener en cuenta diferentes riesgos en la renta para diferentes grupos según su renta. Si los individuos no pueden contratar un seguro completo contra este tipo de riesgos (lo cual es normalmente el caso) entonces ahorrarán más, lo que a su vez da un menor tipo de interés que el implicado por los modelos con AR, resolviendo así el rompecabezas. Zeldes (1989) [2] desarrolla un modelo teórico y Carroll y Samwick (1988) [3] muestran alguna evidencia empírica.

Otra consecuencia de introducir heterogeneidad en la renta es que las estimaciones de los efectos sobre el bienestar causados por la inflación cambian notablemente. Además de los costes clásicos de ser un impuesto sobre la liquidez, un lastre para los ajustes de los precios y una desmotivación para la actividad de los mercados, los modelos de AH añaden un nuevo coste de la inflación. La razón es que el ahorro por motivos de precaución discutidos en el párrafo anterior sufren un coste, de manera que la volatilidad de consumo de los individuos aumenta. Imrohoroglu (1992) [4] muestra que, en los EEUU., la pérdida de bienestar debida a la volatilidad creada por una inflación del 10% es equivalente a la pérdida de un 1% de renta. Sin embargo, cuando el análisis incorpora otras posibles maneras de ahorro por motivo de precaución, como el uso de bonos del gobierno, los resultados cambian. Los trabajos de Akyol (2004) [5], Algan y Ragot (2010) [6] y Chiu y Molico (2010) [7] muestran que los modelos de AH implican que la inflación tiene efectos redistributivos. Esto, junto con el hecho de que los individuos de distinto nivel de renta se enfrentan típicamente a distintas restricciones financieras, tiene una interesante consecuencia. La redistribución desde los ricos y de más edad a los pobres y más jóvenes debida a la inflación puede mitigar los costes que experimentan los individuos con más restricciones financieras y abre la puerta a la estimación de un nivel óptimo de inflación. Los trabajos citados presentan distintos modelos (algunos introducen la edad como una fuente añadida de heterogeneidad, por ejemplo) y dan distintas estimaciones para los EEUU., lo que es una indicación de que esta línea de investigación todavía está en progreso. El futuro dirá si estos estudios prometedores darán lugar a una teoría aceptable.

Por supuesto, la renta y la edad no son las únicas causas de heterogeneidad. Los investigadores han estudiado modelos con consumidores que difieren en preferencias (sobre todo, las debidas a la actitud frente al riesgo y al consumo futuro) y en expectativas (acerca del valor futuro de algunas variables macroeconómicas). Del lado de las empresas, la heterogeneidad más importante es su productividad y su posición financiera. Además de la luz que arrojan sobre los costes de la inflación y de la resolución del “puzzle de la tasa sin riesgo”, los modelos de AH se han mostrado útiles para entender la transmisión de los shocks monetarios, los efectos redistributivos de la política monetaria y de las fricciones financieras y para entender también los costes de las fluctuaciones de los ciclos económicos, por mencionar solo problemas monetarios. Brzoza-Brzezina et al. (2013) [8] repasan los avances que los modelos de AH en el último cuarto de siglo han logrado en la comprensión de la política económica.

Referencias

1. Lucas, R. 1976. Econometric policy evaluation: A critique. Carnegie-Rochester Conference Series on Public Policy 1, 19-46.

2. Zeldes, S. P. 1989. Optimal consumption with stochastic income: Deviations from certainty equivalence. The Quarterly Journal of Economics 104, 275–98.

3. Carroll, C. D. and Samwick, A. A. 1998. How important is precautionary saving? The Review of Economics and Statistics 80, 410–419.

4. Imrohoroglu, A. 1992. The welfare cost of inflation under imperfect insurance. Journal of Economic Dynamics and Control 16, 79–91.

5. Akyol, A. 2004. Optimal monetary policy in an economy with incomplete markets and idiosyncratic risk. Journal of Monetary Economics 51, 1245–1269.

6. Algan, Y. and Ragot, X. 2010. Monetary policy with heterogeneous agents and borrowing constraints. Review of Economic Dynamics 13, 295–316.

7. Chiu, J. and Molico, M. 2010. Liquidity, redistribution, and the welfare cost of inflation. Journal of Monetary Economics 57, 428–438.

8. Brzoza-Brzezina, M.; Kolasa, M.; Koloch, G.; Makarski K., and Rubaszek, M. 2013. Monetary policyin a non-representative agent economy: A survey. Journal of Economic Surveys 27, 641–669.



sábado, 7 de septiembre de 2013

Modelizando la diversidad en Macroeconomía (1)


Esta es la traducción de la primera parte de mi artículo de agosto en Mapping Ignorance:

Hasta los años 70 del pasado siglo había una división en la Economía. Por una parte, la Microeconomía estudiaba el comportamiento económico individual, sea un consumidor o una empresa, y fue capaz de construir una Teoría del Equilibrio General que explica razonablemente bien (al menos para ser una ciencia social) muchas regularidades como el comportamiento del mercado, los efectos de los impuestos en los precios y el bienestar de los consumidores, y las ventajas de las economías abiertas frente al proteccionismo, entre muchas otras. La Macroeconomía, por otra parte, estudiaba el comportamiento agregado y se centraba en problemas como el crecimiento, la inflación, el nivel de empleo y los ciclos económicos. Pero la división no era tanto en los problemas que estudiaban como en la metodología que se aplicaba: La Micro y la Macro se basaban en distintos principios.

No hay nada malo en que dos ciencias o dos ramas de una ciencia tengan diferentes conjuntos de supuestos primitivos mientras no sean contradictorios entre sí. Después de todo, no todas las ciencias pueden aspirar a describir y analizar su objeto de estudio en términos de las partículas elementales de la Física. La Macroeconomía podría perfectamente estar basada en el comportamiento agregado estadístico. El problema era que la Macroeconomía estaba demasiado agregada y que sus supuestos eran difícil de casar con los del análisis microeconómico, mejor fundamentado. Una gran parte de la historia de la Macroeconomía de las últimas décadas es la historia de cómo se han ido resolviendo estos dos problemas.

Uno de los aspectos más controvertidos era el uso de un agente representativo (AR). La Macroeconomía, incluidos los modelos keynesianos que dominaban hasta entonces, necesitaban este supuesto por razones de simplicidad en la computación. Un buen modelo económico debe tener en cuenta el ciclo completo de las variables o estar condenado al fracaso. Por ejemplo, si el gobierno incrementa el gasto público, debe aclararse cómo se financia y analizar las consecuencias no solo en el momento del gasto, sino también en el momento de recaudar el dinero necesario para ello. Los modelos que buscan hacer esto de una manera apropiada enseguida se complican y se hacen imposibles de calcular. Una manera de lidiar con el problema era simplificar la parte del consumo usando un AR. Esto no significa que se asuma la existencia de un único agente en la economía, sino que puede haber cualquier número siempre y cuando puedan modelizarse como uno solo. Los macroeconomistas encontraron varias condiciones para que este ejercicio fuera coherente, condiciones que servían de guía para saber cuándo podían fiarse de este tipo de modelos.

Sin embargo, en un trabajo conocido como La crítica de Lucas, Lucas (1976) [1] destacó los abusos que se estaban cometiendo al usar datos demasiado agregados o históricos, y su crítica sirvió como punto de partida para el desarrollo de modelos más detallados. Los nuevos estudios sobre la microfundamentación de la Macroeconomía y sobre computación, así como el desarrollo de ordenadores más potentes, ayudaron a este desarrollo.

A continuación discutiré una muestra de los avances en Macroeconomía tras la introducción modelos con agentes heterogéneos (AH). Un ejemplo ayudará a entender la importancia de este cambio. Pongamos que tenemos un modelo con las variables x, y y z, que definen algunas características de los agentes, y que sabemos que se cumple que z=x+y. Si ahora tenemos dos agentes para los que las variables toman los valores (x1=3, y1=3) y (x2=7, y2=7) respectivamente, entonces es posible postular un agente representativo para el que las variables toman los valores (x=5, y=5). Nótese que el valor de z para el agente representativo es 10, que coincide con el valor al hacer la media de z1= x1+y1=6 y z2= x2+y2=14. Sin embargo, si tenemos otra variable, por ejemplo r=xy, entonces la media de r1=3x3=9 y r2=7x7=49 es 29, mientras que el valor de r para el agente representativo será 25. Así que el que sea apropiado o no usar el AR depende de la manera en que las variables interactúan. Modelos de AR pueden ser adecuados para estudiar algunos aspectos de la economía, pero su metodología es claramente limitada.

Continúa aquí.

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Hace tres años en el blog: Rebelde sin causa.
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jueves, 5 de septiembre de 2013

Los efectos de las políticas de discriminación positiva (2)

Esta es la traducción de la segunda parte de mi artículo de julio en Mapping Ignorance. (La primera parte puede leerse aquí):

A partir de los 80 las políticas de discriminación positiva (DP) fueron abandonadas en la práctica en la mayoría de los programas. Entre 1980 y 1984 el empleo de las mujeres y de las minorías creció más despacio en el sector afectado por la DP que en el sector de control, como si los empleadores volvieran a la senda de crecimiento abandonada cuando se empezaron a llevar a cabo las políticas de DP. Una hipótesis, favorita de quienes se oponían a los programas, es que la DP tiene el efecto de emplear y promover trabajadores con una menor productividad al ser favorecidos solo por el hecho de pertenecer al grupo protegido. Leonard (1984c) [6] estudia esta cuestión en específico, pero no encuentra indicios de que hubiera un descenso de la productividad en el sector objetivo durante la aplicación de la DP. Las hipótesis de que las políticas no duraron lo suficiente para revertir siglos de discriminación o la de que los empleadores tienen preferencias contra el grupo discriminado son más probables.

Esta última conclusión a la que llega Leonard no fue del todo aceptada, al estar basada en medidas de productividad no muy precisas. En particular, Leonard usó datos agregados por sector en lugar de datos por empresa, como es más apropiado. Esto fue corregido por Holzer y Neumark (1999, 2000) [8] y [9], quienes encuentran que efectivamente hay diferencias entre el grupo discriminado y el no discriminado al aplicarse la DP, de nuevo un argumento usado por los oponentes de la DP, pero que estas mismas diferencias se encuentran en el sector que no aplica la DP. La productividad medida según los salarios y los informes de los empleadores es tan buena como en el sector de control. La única excepción que se encuentra es para los varones hispanos, pero ocurre que muy pocos fueron contratados con las políticas de DP.

En un trabajo posterior, Holzer y Neumark (2006) [10] repasan la literatura más reciente sobre DP, en particular la referida a la equidad y la eficiencia. Los autores no solo revisan los estudios relacionados con el mercado de trabajo, sino que se interesan también por las admisiones a la universidad, donde las políticas de DP duraron más tiempo. Las conclusiones de los estudios realizados la década anterior se mantienen y validan. La DP mostró su capacidad para redistribuir trabajos y admisiones a la universidad, aunque de manera modesta, sin producir ninguna merma de eficiencia que, en caso de existir, sería muy pequeña. Aún más, en algunos sectores se encuentra evidencia de externalidades positivas causadas por la DP (p.e., traducida en mejores servicios médicos y mejores contactos laborales) y se sugiere la hipótesis de que las externalidades positivas se extienden también a los empleadores y a las universidades.

Parece, entonces, que la DP ayuda a aumentar la participación de los trabajadores de los grupos discriminados en el mercado de trabajo sin tener que pagar el coste de una menor productividad, pero ¿cómo es esta ayuda en comparación con la obtenida por otro tipo de políticas? Kalev et al. (2006) [11] revisan los trabajos que estudian distintas políticas antidiscriminación y documentan que las estructuras que establecen responsabilidad (planes de DP, comités diversos, puestos reservados para minorías) producen un aumento significativo de la diversidad en puestos de gestión, mientras que los programas que tienen como objetivo la lucha contra los estereotipos basadas en la educación y en informes de evolución (programas de educación sobre la diversidad y evaluaciones de diversidad) no tienen ese resultado. Otros programas, como los que intentan combatir el aislamiento que hay entre mujeres y minorías (programas de redes y de tutorías) producen cambios modestos. Este estudio sugiere que las políticas de DP tienen una impacto comparativamente mayor para revertir la discriminación.

Todas las conclusiones expuestas en los artículos citados se basan en las experiencias de EEUU. Debería quedar claro que otros países pueden reaccionar de manera distinta a políticas similares debido a sus características idiosincrásicas. La investigación sobre otras experiencias está limitada a unos pocos países y a programas específicos, la mayoría sobre representación política y admisiones a centros de educación. Se va acumulando alguna evidencia sobre el éxito de estas políticas para aumentar la presencia de grupos discriminados históricamente, como en el caso de las algunas castas en India, pero todavía no hay estudios suficientes que midan su eficiencia.

Referencias

1. Becker, Gary S. 1957 (1971, 2nd ed.). The economics of discrimination. Chicago, University of Chicago Press.

2. Arrow, Kenneth 1973. The theory of discrimination. In Discrimination in Labor Markets, O. Ashenfelter and A. Rees eds., Princeton: Princeton University Press.

3. Spence, Andrew M. 1973. Job market signaling. Quarterly Journal of Economics 87, 355-74.

4. Leonard, Jonathan 1984a. The impact of affirmative action. Journal of Labor Economics 2, 439-463.

5. Leonard, Jonathan 1984b. Employmentand occupational advance under affirmative action. Review of Economics and Statistics 66, 377-385.


7. Leonard, Jonathan 1990. The impact of affirmative action regulation and equal employment law on black employment. Journal of Economics Perspectives 4, 47-63.

8. Holzer, Harry and Neumark, David 1999. Are affirmative action hires less qualified? Evidence from employer-employee data on new hires. Journal of Labor Economics 17, 534-569.

9. Holzer, Harry and Neumark, David 2000. What does Affirmative Action do? Industrial and Labor Relations Review 53, 240-271.

10. Holzer, Harry and Neumark, David 2006. Affirmative Action: What do we know? Journal of Policy Analysis and Management 26, 215.

11. Kalev, Alexandra; Dobbin, Frank and Kelly, Erin 2006. Best practices or best guesses? Assessing the efficacy of corporate Affirmative Action and diversity policies. American Sociological Review 71, 589–617.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Los efectos de las políticas de discriminación positiva (1)


Esta es la traducción de la primera parte de mi artículo de julio en Mapping Ignorance. Los lectores veteranos de este blog verán que toco un tema ya tratado en él y que se puede encontrar en las entradas con la etiqueta “discriminación”. Pero solo encontrarán repetitiva la primera parte, en la segunda hablaré de estudios más recientes que no había incorporado en su momento:

Nadie niega que haya discriminación tanto en el mercado de trabajo como en muchos otros lugares de nuestra sociedad. Hay, sin embargo, un debate acerca de las causas de esta discriminación y de las mejores maneras de abordar el problema. ¿Empieza la discriminación con una presión social o educativa que hace que las mujeres elijan trabajos peor pagados? ¿o es que los empleadores prefieren a trabajadores blancos antes que a los negros? Si es así, ¿por qué están dispuestos a pagar más por contratar a un trabajador blanco? ¿es porque simplemente les gusta más o porque creen, con o sin razón, que los blancos trabajan mejor o que los clientes los prefieren?

La teoría económica ha estudiado diferentes explicaciones para la discriminación económica: puede ser el resultado de preferencias en contra de algún grupo (Becker, 1971) [1], la consecuencia de usar información sobre el grupo para atribuir habilidades a un individio (esta es la discriminación estadística de Arrow, 1973, [2]), o puede deberse a la existencia de múltiples equilibrios en el mercado de trabajo por causa de la información asimétrica, de manera que en distintos grupos prevalezcan distintos equilibrios (Spence, 1973 [3]), entre muchas otras posibilidades. Diferentes causas implican diferentes políticas antidiscriminación, incluida la de no hacer nada si es que discriminar es tan costoso que los empleadores que discriminan se ven expulsados de los mercados. Es este artículo revisaré una de las políticas más controvertidas para limitar la discriminación: la discriminación positiva, DP (en inglés, affirmative action).

DP comprende políticas contra la discriminación que requieren una acción pro-activa, y que deben ser diferenciadas de otras medias antidiscriminación. Por ejemplo, pedir que, ante idénticos currícula, se elija a la persona del colectivo discriminado es una medida de DP, mientras que castigar al empleador que rehusa contratar a la persona más cualificada por su sexo, no lo es.

El primer país en hacer un uso extensivo de políticas de DP fue los EEUU en los años 70. Los primeros análisis de sus efectos se deben a Jonathan Leonard, quien publicó sus resultados en una serie de artículos (Leonard, 1984a [4], 1984b [5], 1984c [6] y 1990 [7]).

Leonard compara el empleo de mujeres y minorías en las empresas con obligaciones o incentivos para participar en los programas de DP (como las empresas que trabajan para la Administración) con el empleo en empresas similares que no participan en esos programas. Los resultados para el periodo 1974-1980 muestran que el incremento en el empleo en los grupos discriminados en el sector que implementó la DP fue mayor que en el grupo de control, con la mayor incidencia en las mujeres negras, cuya participación fue un 2,13% mayor.

Uno de los campos de batalla de la DP se da en los trabajos que requieren un cierto nivel de educación. En esas ocupaciones los empleadores son más sensibles a las diferencias en productividad y, consecuentemente, tienen un mayor cuidado en el proceso de selección. Por otra parte, estos trabajos ofrecen un mayor potencial de ganancia para los grupos discriminados. De acuerdo con los trabajos de Leonard, los empleadores pudieron cumplir con los objetivos del programa empleando a más trabajadores de las minorías para los trabajos no especializados. Esto no son necesariamente malas noticias. Una de las presunciones de los efectos a largo plazo de las políticas de DP es que los grupos protegidos tendrán mejores oportunidades de promoción una vez que han tenido más acceso a los puestos inferiores. Leonard (1984b) [5] efectivamente observa estos efectos en los datos de la segunda mitad de los 70. Usando los controles adecuados encuentra que los programas de DP afectan a todos los niveles de educación y que funcionan mejor cuando se llevan a cabo junto con otras políticas orientadas a aumentar la especialización de los grupos protegidos y cuando se aplica en empresas en crecimiento.

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Hace tres años en el blog: ¿Inglés? No en mi ventanilla.
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